miércoles, 24 de junio de 2015

MI PRIMERA VEZ

El sábado 20 de junio fue mi primera vez. Lo cierto es que había pasado varios días pensando en ello, aunque no sabía muy bien que ese día sería el elegido. En realidad tampoco lo elegí yo...después de barajar todas las opciones los demás me hicieron esa proposición el mismo viernes por la noche. Era la primera vez e iba a hacerlo en grupo.
Podéis imaginar los nervios...apenas dormí la noche anterior. No sabía si finalmente sería capaz, si me bloquearía o me entraría el pánico en algún momento delicado. Ni siquiera les conocía a todos, pero sí a algunos de ellos para ser capaz de confiar y dejar mi cuerpo y mi mente en sus manos, pensaba... Me desperté casi a cada hora a mirar el reloj. Con el silencio de la noche podía escucharles en sus habitaciones mientras dormían. Estaba todo preparado.
- No es necesario que lleguemos hasta el final -
- Si crees que es mejor parar lo haremos, tú tienes que estar tranquila y dejar que las cosas sucedan despacio -
Y llegó el momento: fuimos poco a poco, guiaban mis movimientos para hacerme sentir más cómoda, pero en ocasiones la respiración era tan agitada que necesitaba parar para tomar aire. 
 - ¿estás bien? 
- Sí...es solo...que siento algo de presión en mi cabeza.
- Intenta dejarte llevar...
- Claro. Continuemos.
El sudor comenzó a correr por mi piel, la respiración seguía entrecortada, los músculos poco a poco se iban tensando. Me hablaban despacio, me susurraban palabras cada cierto tiempo para aumentar mi confianza. Comencé a sentir cierto dolor en algunas partes de mi cuerpo...ya no les veía a todos, sólo me concentraba en ese momento, en esos segundos que me estaban separando del éxtasis. Y tras un último aliento noté una mano que se tendía frente a mi, sí, allí estaba él, los otros dos estaban por detrás y uno miraba, y ya llegaba, sólo un poquito más, un poco más, vamos, ya llega, sííííííííííííííííííí
Cima!!!! Mi primer 3.000!!! 3.021 metros, la Aguja Juncadella, frente al Aneto y la Maladeta, en pleno Parque Nacional de los Pirineos. La experiencia ha sido tan increíble que se a ciencia cierta que no lo voy a olvidar en la vida.

Sentí algo similar la primera vez que vi microteatro. Estaba nerviosa, con muchas expectativas ante la experiencia. Fue en Madrid, en Microteatro por Dinero, pioneros en este formato. Entramos y nos colocaron metódicamente, no podríamos movernos en todo el tiempo que durase la obra. A Sonia le tocó sentada y a mi de pie, con lo que cada una teníamos una perspectiva completamente diferente de lo que sucedía. La obra se llamaba "El Excluido" y era de Sergio Peris Mencheta. Salimos alucinadas. Durante esos quince minutos el tiempo se detiene, la percepción del espacio es completamente distinta. Sientes la tensión, escuchas hasta la respiración de los actores, a veces parece incluso que pudieras leer sus mentes de lo íntimo de la situación. Desde entonces soy adicta. Adicta a la emoción, a la experiencia de sentir lo que otras personas quieren que se meta en mi piel. Desde entonces, y gracias a este año de La Malhablada he llorado, he sufrido, he reído hasta casi caerme del taburete, he sentido claustrofobia y ganas de salir corriendo, angustia y felicidad. He tenido ganas de cantar horas y he empatizado con una marioneta de espuma. Me he sentido indignada, abrumada, incómoda de escuchar verdades. He llegado a aprenderme algunos diálogos de memoria y a esperar ese golpe de efecto que produce chispas en los ojos de la gente. En sólo 15 minutos he podido sentirme feliz y evadirme de todo lo que sucede fuera de esas cuatro paredes. 

Se lo advierto señoras y señores...una vez que lo prueben, no podrán resistirse, lo necesitarán. El deporte del corazón son las emociones y teatro es su catalizador. No olviden consumir #1microalmes, y si es en grupo, mejor.

                                                                    Fotografía de Andrés Iglesias. Aguja Juncadella. Con Ana Bajo y Sergio Soto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario